domingo, 12 de mayo de 2013

Ando probando cosas con este "chisme" de computador, así que no hagan mucho caso a esta entrada; eso sí, este pastor me trae el recuerdo del mejor amigo que tuve alguna vez.

jueves, 23 de junio de 2011

¿POR QUÉ LAS RELIGIONES SON TAN TRISTES?

Este es un escrito irreverente, pero no ofensivo. Parte de la pregunta del título: "¿Por qué las religiones son tan tristes?" Voy a tomar la Cristiana como ejemplo. La Biblia, libro mayor que contiene su doctrina, es un compendio de sesenta y seis libros menores que fueron escritos a lo largo de aproximadamente un mil quinientos años. No hubo pues un sólo autor, ni fue enteramente escrita durante el período vital de alguno o algunos de ellos. Quince siglos de escritura significa muchos autores, mucho desarrollo histórico, mucho tiempo de vida, hechos, recuerdos, compilación, interpretación y luchas por poder y preeminencia. La misma autoría del "Pentateuco", los cinco primeros libros del "Antiguo Testamento", se discute. ¿Los escribió Moisés? ¿Fue sólo él? ¿Cómo pudo escribir sobre su propia muerte? Las dudas persisten, la discusión continúa y eso da pie a mi irreverencia. No acepto, sin reflexión, la interpretación ortodoxa oficial sobre un libro que pudiera ser, en algunas de sus partes, una impostura. No lo acuso de serlo, sólo lo discuto. Vamos a situarnos en el "Nuevo Testamento", el que narra unos pocos años de la vida de Jesús. Más concretamente en el evangelio escrito por Juan, tradicionalmente fechado unos noventa años después de la crucifixión y posiblemente originado en Efeso.


Aquí entran las preguntas que me dicta el corazón y respalda la razón: ¿Cómo pudo ser Jesús tan triste? -como lo retrata Juan- ¿si su Padre le encomendó la más hermosa misión de la cual se tenga recuerdo? ¿No era esto motivo suficiente para estar contento, andar alegre por la vida y sentirse feliz y pleno del Amor que enseñaba? Pero en el evangelio de Juan ¿sonrió Jesús alguna vez? ¿Soltó alguna carcajada? ¿Incluyó algún chascarrillo en sus sermones? ¿Hubo algún humor en sus parábolas? El Jesús de todos los evangelistas -sin excepción- es serio, monotemático y para mi gusto aburrido. Acepto su doctrina pero rechazo su didáctica. Mas, ¿era Jesús así o era Juan el triste, y también Lucas, Mateo, Marcos? Y si el escrito fue dictado a todos ellos por el Espíritu Santo, ¿es Este, de las Tres Personas, la que no tiene alegría?


A mí no me cuadran misión y comportamiento como lo recoge el escrito oficial. Prefiero imaginarme un Jesús humano, reilón y dicharachero que enseñara su doctrina -la más hermosa- rebosado su corazón con el amor a Dios y por lo tanto dichoso. No son dichosos los tristes, y por eso no me cuadra el personaje descrito por Juan, ni por Lucas, Mateo, Marcos.


¿Significa lo que escribo que considero a la Biblia definitivamente una impostura? Para nada. Los impostores pudieran ser los monjes que la reescribieron y los miembros del concilio que la ensamblaron. ¡Pero yo Protesto! Jesús tuvo que ser alegre por misión, personalidad divina y vocación. ¿O Dios es pura cólera, represión y castigo? Si fuese así, ¿entonces quién creó la alegría en las alas del colibrí, la sonrisa en el rostro de mi nieto, el rumor del agua cuando habita el río? Es más, ¿quién creó la belleza de la vida, los hijos y el Amor? ¿Fue Dios? Entonces no pudo tener un unigénito tan desabrido. Es la supuesta tristeza de Jesús la impostura que sospecho; y además y me niego a vincular nuestra nuestra Fé sólo a un Cristo ensangrentado. He aquí mi irreverencia: creer que Jesús era un tipazo.









jueves, 19 de mayo de 2011

LA CIENCIA Y LA FE SE TIENEN OJERIZA

Seguramente habrá usted oído hablar de Stephen Hawking, el publicitado científico británico que se comunica por un sintetizador de voz desde una silla de ruedas. Luego de admitir la existencia de Dios en su libro "Una breve Historia del Tiempo", ahora afirma en otro que la idea de una deidad no tiene cabida a la luz de los nuevos desarrollos científicos, y que eso del Cielo y la vida eterna es un cuento de hadas para quienes temen a la muerte. ¡Cónchale, Hawking, me dejaste frío, si no muerto!

Pero es que la discusión entre la Ciencia y la Fe es interminable. Se acercan dos milímetros y luego se alejan mil kilómetros. A mí me tenían del timbo al tambo hasta que comencé a leer lo de los "agujeros negros" y tal y cual. Pero lo que realmente me decidió a tomar partido fue la afirmación del cosmólogo británico al decir que "el universo conocido es sólo el producto de unas fluctuaciones cuánticas". ¡Upa! ¡Vaya fluctuaciones! ¿Qué las produjo? ¿O quién las inventó? ¡Fácil! Sucede que en el espacio existen agujeros tan infinitamente densos y gravitacionales, que se engullen al Tiempo y al Espacio mismo -es decir son autofágicos- y ni que decir de la materia y de la mismísima luz -de allí lo negro- ¡Fabuloso! Llega un momento en que los tales agujeros son tan densos que se convierten en un puntico y ¡Bang! estallan y producen las galaxias. ¡Increíble!

Pero ahora yo me pregunto: ¿y todas esas formidables ocurrencias físicas que se conjugan para producir un estallido y en consecuencia un Universo, quién las creó? ¿Fueron los físicos quienes crearon las leyes de la Física, o ellos lo que han hecho es observarlas y enunciarlas?

Amigo Hawking usted no me ha resuelto nada. La idea del Creador es subyacente a todo lo que afirma y mientras más explica usted las maravillas del Universo, más me maravillo yo de la grandeza de quien lo creó. Antes estaba Dios sólo en mi corazón sin acceso a mi razón; ahora ocupa ambos espacios. ¿Gracias a usted? No. Gracias a mí que resolví la ojeriza precisamente estudiando Física. Y a Dios, que la produjo.


domingo, 2 de enero de 2011

BUENO, ENTONCES ¡QUE ASÍ SEA!


Todo diciembre y lo que va de Enero me he hecho observador de gestos y callado oyente de opiniones. Por un tiempo tengo el propósito de hablar lo menos y no interferir con el habla de los otros. Quiero oírlos, no escucharme. ¿Qué he encontrado? "Curiosidades", para ser indulgente. Veamos si coincide usted conmigo, o si difiere mi experiencia de la suya.

*(1) No he estado en reunión alguna donde no se hable de política venezolana. Esto incluso cuando previamente se ha llegado al acuerdo de no hacerlo. Si se llega al convenio en medio de la discusión y no antes, entonces se produce un silencio activo que busca temas. El nuevo tópico dura poco y el grupo se rinde a la evidencia: ¡no hay otro más importante!

*(2) No he encontrado un sólo interlocutor, lean bien: ¡ni uno sólo! que sea favorable a Chávez. Hablo de taxistas, panaderos, empleados de Gobierno, privados, asistentes domésticos, amigos, familiares, parientes y relacionados. ¿A dónde fueron a parar los "chavistas" a quienes conocí y con quienes coincidí? ¡No he encontrado ni uno sólo en parte alguna! Ni en Caracas ni fuera de Caracas. Ni en el Metro, taxi, autobús o ascensor. Por supuesto que ni pensarlo en una cola, o salón alguno de espera. Fíjense: no quiero que mi percepción parezca sesgada, porque el "antichavismo" no es mi sesgo. No estoy emitiendo opinión sobre el fenómeno; sólo lo recojo y lo invito a comparar mi experiencia con la suya (y no se haga trampas, que yo no se las estoy haciendo a usted)

*(3) Lo peor: tampoco he encontrado alguien con ánimo para contemporizar. El vocablo, que sé difícil de pronunciar, produce a la gente molestia en la epiglotis: carraspean y tragan grueso. A esta fecha, 19 de enero de 2011, todo venezolano parece irreductible en sus posiciones; y esto incluso luego del discurso de Chávez en la Asamblea. "¿Cómo creerle?" -se preguntan muchos- "¿si luego de declararse defensor también de la clase media, nos enteramos que la "Ley de Emolumentos, Pensiones y Jubilaciones para Altos Funcionarios, etc....." LESIONA A TODOS LOS EMPLEADOS PÚBLICOS, quienes son en su inmensa mayoría clase media"? "Algo que se pensó para algunos pocos sueldos abusivos, ¡¿ahora resulta que nos maltratará a todos?!", es el sentimiento general. Personalmente ignoro si lo que se comenta con tanta amargura es cierto, pero me pregunto: "¿Qué trabajo está haciendo el PSUV?"
Bueno, a esta altura voy a hacer una propuesta que dejará boquiabiertos a algunos de mis conocidos: pedir a Dios que nos salve de nosotros mismos, porque solos no sabremos hacerlo. Sea usted católico, cristiano, budista, judío o musulmán, hágalo porque es lo inteligente. Si ateo, bueno, ¿quien quita? A lo mejor Dios se complace y lo complace. Y aclaro que no estoy siendo irónico, ni apóstata, ni falso.

Y a usted, Presidente: en sus manos pudiera estar la inmediatez de la "guerra" o de la paz en Venezuela (y siento en mi corazón que no exagero) Formado para lo primero, ojalá tenga usted la sensatez de optar por lo segundo. Es mi esperanza y son mis deseos.





lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Por qué el título?



Porque no pertenezco a esa generación pero me rodea, y porque me lo sugiere el blog de Yoani Sánchez ("Generación Y") la perceptiva bloguera cubana.
¿Cómo es la"Generación Yo" en la que vivo? Egoísta y consumista. Todo lo tiene y el resto lo ambiciona. Es pasto para especuladores, peculadores, estafadores y todo malhechor con mínimo de audacia; incluidos los políticos, por supuesto. Tonta parece la generación "Yo": habla con usted sin levantar el rostro mientras "chatea" con otros; exhibe la marca de la ropa con la que se disfraza; adopta habla de malandro porque es "in, y de valores no conoce ni la "v". Dirá usted: "pero esos son los suyos". No me venga con eso. Esos no son valores, sino mal comportamiento. Y excúseme usted si quiere, pero de los más deleznables.
¿Debemos entonces pasar la página de esta generación y esperar la próxima? Por supuesto que no, pero tampoco debemos permitir que la próxima sea un producto de ésta, a la que naturalmente le toca producirla. ¡Ja! El tema es complicado y agudo, ¿no? ¿Cuál sería pues la solución? ¡Ah! ¡ ¿y usted cree que yo voy a resolverlo desde esta entrada de blog? Si eso es lo que piensa, entonces usted también pertenece a esa generación que entre otras cosas es bien cómoda: todo lo espera de los demás y como veo ni siquiera se da por aludida. ¿No siente usted esa pertenencia? Me alegro y me quita el susto. Pero hagamos algo: ¿Usted qué sugiere? En todo caso, para que no se moleste, le regalo las flores de la imágen superior. ¡Feliz Navidad del año en que le escribo! (2010) De las próximas ya hablaremos.